Nuestro hotel es más que un lugar para descansar; es un refugio donde el arte, la naturaleza y la hospitalidad se unen para ofrecer una experiencia única a cada visitante.

Aquí, en las faldas del majestuoso cerro Chirripó, descubra la belleza y la tranquilidad de nuestro entorno, mientras se sumerge en la rica cultura y tradición de nuestra familia.

¿Cómo nace el Hotel?

¿Cuál es el origen de nuestro nombre?

Nuestro padre, Rafael “Macho” Elizondo, desde hace más de 30 años es aficionado a la talla de madera. Elige ramas y troncos que recoge en los terrenos de su finca y en el río Chirripó Pacífico. Elige aquellos que la naturaleza misma ha dado forma y que solamente necesitan unos retoques, imaginación y talento para convertirlos en verdaderas obras de arte.

Un día, hace muchos años don “Macho”salió a buscar madera y se alejó de los terrenos de su finca. Estando ya, a tres horas de caminata encontró un gran tronco retorcido y pulido por el agua, que tenía la forma, claramente reconocible de un pelícano.

Don “Macho” quedó encantado pero el tronco era demasiado pesado y el camino muy difícil como para que lo transportará hasta su taller; así que tuvo que dejarlo a la orilla del río pensando en regresar a futuro con ayuda y recogerlo.

En esa misma época pasó una adversidad climatológica que afectó todo nuestro país; el huracán Cesar llegó a las costas de Centroamérica provocando poderosas lluvias, inundaciones y deslizamientos que también afectaron a nuestra región.

 

Escultura original del Pelícano – Restaurant del Hotel

Por nuestra ubicación privilegiada disfrutará de paisajes místicos entre montañas llenas de vida.

Rafael don “Macho” Elizondo

Luego de esta adversidad, con el paso de los días recuperamos la normalidad. Don “Macho” ya había descartado la posibilidad de volver y encontrar a su pelícano y con la intención de volver a trabajar en su taller, salió un día a buscar nueva madera a orillas del río frente a su finca.

Caminó, encontró algunas raíces y de repente, qué gran sorpresa se llevó cuando vio en el suelo, ese tronco retorcido y pulido por el agua que ya conocía. Era el pelícano!. Su amigo de madera había viajado río abajo por tres horas hasta encontrar de nuevo a don “Macho”.

Sin mucho pensarlo, pidió ayuda en casa y llevó la escultura al taller donde la limpió y barnizó. Hoy, con su postura esvelta y gran pico, el pelícano da la bienvenida a nuestros huéspedes en el hotel de montaña “El Pelícano”.

Venga y sea parte de nuestra historia.

Lo esperamos con los brazos abiertos en el Hotel, su hogar en San Gerardo.